La figura de Joan Manuel Serrat trasciende la música. Su obra ha acompañado procesos históricos, ha denunciado injusticias y ha sido una brújula moral para varias generaciones. En 2025, su voz vuelve a cobrar relevancia al reflexionar sobre el mundo actual: “No me gusta el mundo en el que vivimos. Es hostil, contaminado, injusto e insolidario”. Con esta frase, pronunciada tras recibir el Premio Cortes de la Real Isla de León, el cantautor catalán articula una crítica profunda a un planeta marcado por conflictos, desplazamientos forzados y desigualdades crecientes.
Más allá de la música, Serrat se ha comprometido con la defensa de la dignidad humana. En su mensaje, recuerda que migrar no es un delito, sino un derecho consagrado en el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y reafirmado por el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (ONU, 2018). Su voz se convierte, nuevamente, en un recordatorio de los principios éticos que deben guiar a los Estados.
En canciones emblemáticas como Disculpe el Señor o en sus discursos públicos, Serrat defiende la idea de que todas las personas, sin importar su origen, tienen derecho a vivir en un entorno seguro y digno. Su mirada —humana, solidaria y profundamente empática— nos invita a preferir el diálogo sobre la violencia y la tolerancia sobre la confrontación.
Para el Observatorio de Gobernanza Migratoria y Derechos Humanos de Chile (OGMDH-Chile), el mensaje del artista dialoga plenamente con nuestra misión institucional: promover una gobernanza migratoria basada en la ética, la transparencia y el respeto irrestricto de los derechos humanos. En tiempos donde la xenofobia y el discurso de odio crecen en distintos países, voces como la de Serrat nos recuerdan el valor fundamental de la humanidad compartida.
Defender los derechos humanos es, también, construir humanidad.
Ese es el llamado que este mensaje nos invita a asumir.
Santiago de Chile | Observatorio de Gobernanza Migratoria y Derechos Humanos


